La sarna, una infección cutánea que muchos consideraban cosa del pasado, está registrando un repunte sostenido en España durante la última década, según un estudio reciente publicado en Eurosurveillance. El análisis, elaborado por un grupo de investigadores españoles, advierte que los brotes se han intensificado desde 2020 y pide una respuesta más firme para mejorar la prevención, el diagnóstico y el tratamiento.
Los datos muestran que la escabiosis —como se conoce médicamente— pasó de 130 casos por millón de habitantes en 2011 a más de 6,300 por millón en 2023, un aumento de casi 50 veces en la incidencia anual atendida en consultas. Solo entre 2020 y 2023, los diagnósticos en Atención Primaria crecieron un 66% anual, impulsados por cambios sociales y epidemiológicos.
El estudio señala que la enfermedad ya no se concentra solo en contextos de pobreza o exclusión social. Ahora, los más afectados son los jóvenes de 15 a 24 años, quienes suelen presentar cuadros leves caracterizados por picazón e irritación de la piel. Sin embargo, las formas más graves se observan en personas mayores de 65 años, sobre todo en residencias de larga estancia, donde también se reporta la mayor cifra de hospitalizaciones.
Zaida Herrador Ortiz, investigadora del Centro Nacional de Epidemiología y coautora del estudio, advierte que este grupo es especialmente vulnerable por sus condiciones de salud previas: “Desarrollan formas más severas y requieren más cuidados”.
En la población general, los contagios se están extendiendo entre personas económicamente activas, lo que evidencia que la transmisión ha dejado de estar limitada a sectores específicos.
Las tasas más altas se registran en Baleares, Canarias, Asturias, Cantabria y País Vasco, mientras que las comunidades del interior reportan cifras más bajas. Herrador explica que factores ambientales influyen en la supervivencia del ácaro Sarcoptes scabiei, que prolifera más en condiciones de frío y humedad.
El análisis también revela un patrón estacional: cada enero se observa un pico en las hospitalizaciones, posiblemente relacionado con el clima y el aumento del tiempo en interiores durante el invierno.
¿Qué está impulsando el repunte?
Los investigadores señalan varias causas posibles:
- Resistencia a tratamientos habituales, como la permetrina, o errores en su aplicación.
- Cambios en los hábitos de vivienda, como el auge de habitaciones compartidas entre jóvenes.
- Mayor movilidad turística y uso de alojamientos comunes tras la pandemia.
Estas dinámicas crean condiciones propicias para que el ácaro se transmita con mayor facilidad.
Hogares, residencias y personal sanitario: principales focos
El 40% de los brotes ocurre en viviendas, donde la tasa de ataque alcanza el 75%. Las residencias de adultos mayores representan el 27% de los brotes, pero son responsables del mayor número total de casos debido a la rápida propagación en estos entornos.
El personal sanitario también figura entre los grupos más expuestos, especialmente auxiliares de enfermería y trabajadores en constante contacto físico con pacientes.
Los autores del estudio subrayan que el país necesita mejor vigilancia epidemiológica, campañas de prevención y acciones de salud pública específicas para frenar el aumento de casos. También destacan la importancia de investigar más a fondo la biología del ácaro y los factores sociales que están acelerando su propagación.
